Makoko, comunidad y resistencia en la gigantesca Lagos (Nigeria)

Makoko es como una isla en el caos de la gran ciudad. Y nunca mejor dicho, ya que es un barrio flotante y estamos en la ciudad más grande África. Su nombre, por cierto, se lo puso la policía y viene a significar “criminales”.

Con este antecedente, puedes imaginar que no estamos en un sitio que pueda recordar a la imagen bucólica de los mercados flotantes de Asia. Ni siquiera al barrio de Ganvié en el vecino Estado de Benin. No. Esta visita no es un paseo placentero. Sí es una bofetada de realidad. La realidad que tienen que vivir unas 200.000 personas (puede que más porque no hay censo oficial), todos los días. Con pocas o ninguna vía de escape.

La visión de Makoko desde el puente Ojoo Expy o Third Mainland Bridge

Nos levantamos temprano y nos ponemos en marcha cruzando Lagos en dirección a la Laguna de Lagos, de donde toma su nombre la ciudad. En un momento dado, empezamos a cruzar “el puente”. Es larguísimo y parece que se pierde en la bruma de la mañana. Como un camino al infinito. El atasco de la hora punta parece igual de infinito.

puente de la laguna de lagos con atasco
Atasco en el Puente de la Laguna de Lagos, de camino a Makoko

Al cabo de unos minutos circulando por él, empezamos a ver una extensión de casas de madera con tejados de chapa sobre el agua. Es el gran slum flotante de Makoko, y su tamaño, realzado por los cientos de troncos flotantes que hay delante suya, impresiona. Sin duda, la vista desde este puente es la mejor para hacerse una idea de a dónde vamos.

slum de lagos llamado makoko visto desde lejos
Slum de Makoko en Lagos, Nigeria

Entendiendo Makoko y su historia reciente

Desmond Shemede es un joven de 26 años con un discurso claro y lúcido. Está acostumbrado a recibir a los turistas que pasan por Lagos, y a explicarles cuál es la situación de la comunidad de Makoko.

desmond nuestro guía de makoko
Nuestro anfitrión en Makoko

En los últimos años, este rincón de la gran ciudad se ha convertido en un aliciente para cualquiera que pare por aquí, aunque seamos pocos los locos que nos aventuramos en Nigeria.

Es primera hora de la mañana y Desmond nos recibe en un edificio que es escuela. A esa hora se está llenando de niños y niñas con uniformes y mochilas.

Antes de eso, hemos caminado por callejuelas donde el barro, el humo y los niños ociosos salen a nuestro encuentro, y nos hemos subido a unas piraguas de madera.

embarcadero de makoko con piraguas de madera
Embarcadero de Makoko

Recorrer Makoko impresiona. La cantidad de basura que flota en el agua y se amontona en las orillas, debajo de las casas, impresiona. Y el olor fortísimo que se desprende de ella y se mezcla con la humedad del ambiente, impresionan.

Desmond nos enseña algunas clases y la vista del canal desde uno de los balcones de la escuela. Después nos pone en antecedentes: Makoko comenzó a construirse como asentamiento ilegal hace más de 100 años. Luego he leído que, concretamente, fue en 1860 cuando se estableció el primer asentamiento. Es decir, que Makoko existe desde hace más de siglo y medio. Y sigue siendo ilegal.

canal de makoko con piraguas y casas de madera alrededor
Makoko, Lagos

La gente que vino a Makoko eran pescadores de Badagry (ciudad costera junto a la frontera de Benin) en busca de sitios con buena pesca. Tampoco esto ha cambiado, ya que la principal actividad de la gente del barrio es la pesca y el ahumado del pescado que luego venden en los mercados de Lagos. De ahí viene parte del humo que se cuela por todas las rendijas de las casas, calles acuáticas y pulmones de Makoko.

Makoko fue creciendo durante todo este tiempo, pero nunca ha sido reconocida por las autoridades. Y como no es reconocida, no se invierte nada en ella. De hecho, es una molestia, una fachada que afea la imagen de Lagos.

Sin infraestructuras ni servicios de ningún tipo, la vida allí es francamente dura. Ese olor que nosotros soportamos un rato significa que el aire está cargado de metano, dióxido de carbono, nitrógeno y muchos otros compuestos que contiene la basura. Ellos los respiran todos los días de su vida. Y todas las noches.

piraguas y casas en Makoko, Lagos
Recorriendo Makoko, Lagos, Nigeria

Según nos cuenta Desmond, la comunidad de Makoko, viendo que no había forma de conseguir nada de las autoridades, se organizó en 2009 para crear escuelas, habilitar algunos puntos de agua potable y levantar una pequeña clínica.

La malaria es la enfermedad más frecuente, sobre todo en la época de lluvias. También hay brotes de cólera, fiebre tifoidea, y cualquier enfermedad que se transmita por el agua contaminada. El covid es un chiste a su lado.

Makoko, Lagos, Nigeria

En el año 2012 el gobierno emitió una orden de desahucio

Enviaron a la policía a desalojar y demoler «algunas casas» de Makoko. Según las autoridades, tenían que derribar las más cercanas al tendido eléctrico por el peligro que ello suponía, pero según los testigos la intervención fue mucho más allá. Los habitantes de Makoko están convencidos de que ese argumento no era más que un subterfugio para empezar a vaciar el barrio.

Desmond afirma que el gobierno les acusa de vivir como animales, entre la basura, sin higiene ni servicios de ningún tipo. Les acusa. Como si ellos tuvieran la culpa de no contar con lo mínimo para una vida digna, de no ser reconocidos como ciudadanos. Ellos, que llevan allí desde 1860.

Como si quisieran vivir así, entre la mierda. Porque “les va la marcha” y total, morir de infecciones o sufrir enfermedades perfectamente tratables no está tan mal.

calle de makoko con basura en el agua
La basura se acumula entre los pilotes de las casas de Makoko.

Por supuesto hay más razones detrás del afán por hacer desaparecer a este poblado (y a su gente). Las élites de Lagos quieren que esta sea la ciudad más poderosa de África Occidental, o de todo el continente, ya puestos. La Laguna de Lagos es una cara muy visible en la que quedaría muy bien un skyline de rascacielos que muestre la riqueza de los poderosos.

De hecho, los planes para construir un barrio de apartamentos de lujo tienen arquitecto y diseño asignado desde hace unos cuantos años. La isla Victoria, que está muy cerca, ya es un escaparate de opulencia. Date una vuelta por las fotos de Google y verás.

Desmond nos cuenta con mucha claridad cómo fue el asalto del año 2012. Por aquél entonces él era un adolescente. La policía disparó, murió gente incluyendo un líder de la comunidad, hubo muchos heridos y prendieron fuego a las casas. Muchos de los desheredados de Makoko se encontraron de pronto en la calle, en la miseria de las miserias. Puedes leer una crónica de este suceso aquí (en inglés), aunque hay bastantes entradas en internet que informan de ello.

¿Cuál es la situación ahora? A raíz del asalto de la policía, un abogado cuyo nombre no pude anotar fue a ayudarles movido por la injusticia que se estaba cometiendo.¿Recuerdas la película de Erin Brockovich que protagonizaba Julia Roberts? Me acordé de ella cuando escuché a Desmond hablar de ese abogado.

Con este letrado y todo aquél que quiera empujar a la causa, protestan o se defienden ante los jueces y la administración. Hasta ahora, han conseguido que los desalojos se declararan inconstitucionales, y los tribunales han instado al gobierno a compensar a los habitantes de Makoko, así como a darles una vivienda digna. Eso fue en 2017. El gobierno sigue sin invertir un euro o dólar en la comunidad.

Mientras, la comunidad se autogestiona

Como en cualquier otro sitio del mundo, la gente intenta que la vida sea un poquito más fácil y más digna. Intentan pensar que hay futuro y que va a ser mejor que el momento presente. Al fin y al cabo, es el lugar donde les ha tocado nacer. Aunque romper la estructura de la marginación sea complicado.

La escuela que visitamos ofrece educación primaria a unos 350 niños e intentan ayudarles para que sigan con la educación secundaria en tierra firme. Siempre según las donaciones que consigan. La idea es ofrecer educación gratuita porque los padres no se pueden permitir los costes de la escuela. Además, como suele ser habitual en estos casos, muchas familias quieren que los hijos trabajen para apoyar la economía familiar.

Hay una o dos escuelas más en Makoko, y Desmond calcula que el 40% de los niños están escolarizados. El otro 60%, no.

Escuela de Makoko, Lagos

Su gran reto, hoy por hoy, es conseguir mantener la escuela, la clínica y los dos o tres depósitos de agua potable que hay repartidos por Makoko.

Le preguntamos también por cómo les afecta la nueva política de dinero electrónico que se ha implantado en Nigeria recientemente, y de la que puedes leer un excelente artículo aquí. Nos dice que es otra gran piedra en el camino.

La mayor parte de la gente de Makoko no tiene cuenta bancaria, y cuando van a vender su pescado en el mercado, los clientes no les pueden pagar en efectivo porque este apenas circula. Les ofrecen el pago con el móvil y los pescadores no tienen cuenta bancaria. Se apañan con la ayuda de Desmond, su padre y otros jefes locales que sí disponen del recurso electrónico necesario. Pero son muchos pescadores los que viven en Makoko, así que sí, es complicado.

Recorriendo Makoko en piragua

Avanzamos montados en las piraguas. No quiero pensar en cómo nos ven ellos, me concentro en observar con atención. Makoko es un laberinto de canales invadidos por la basura, pero con pequeños rayos de luz que nos hablan de las ganas de vivir de sus habitantes.

Algunas casas están pintadas de colores con los que conjuran el color gris oscuro del agua. En todo momento nos acompañan las sonrisas de los muchos niños que vemos jugar o conducir sus propias piraguas entre los pilotes. Hay grandes montones de redes de pesca colgando junto a las viviendas. Pasamos junto a una peluquería aquí, una tienda minúscula allí. La vida sigue a pesar de todo.

mujeres y niños de makoko en sus barcas
Habitantes de Makoko, Lagos
Niño de makoko en la puerta de su casa saludando
Rara vez los niños dejan de sonreír
Algunas casas de Makoko lucen colores y dibujos con los que conjuran el gris que les rodea

Paramos en una clínica. Es una casa como las demás, pintada de colores, con una pequeña habitación donde los pacientes esperan y son atendidos. Aquí todo parece pequeño y angosto, estrecho, oscuro. La mayoría del grupo decidimos no entrar porque están un poco liados y no queremos molestar a los pacientes.

Cuando llegamos a los límites del poblado y a “mar abierto” (la laguna con el puente en el horizonte), el olor de la basura remite. Me imagino que los que viven en esa zona son más afortunados que los que están más adentro, donde el ambiente resulta a veces axfisiante.

Algunos pescadores están volviendo de su jornada en la laguna. Preguntamos si han notado un descenso de la pesca por aquello del cambio climático, pero Desmond nos dice que no, que sigue habiendo mucha pesca. Es casi lo único bueno de este sitio, y su razón de permanecer en él.

Los hombres son los que salen a pescar, y las mujeres esperan para recoger las capturas del día y llevarlas a ahumar. Los hijos e hijas les ayudan, si no van a la escuela. Y si no se dedican a la pesca, se dedican al comercio con sus puestos ambulantes, en barcas. Principalmente venden frutas, refrescos, cestos de paja.

Pescado de la Laguna de Lagos en Makoko
Un bidón recortado sirve de recipiente para trasladar el pescado de la barca al barreño

Ahora vemos los troncos flotantes de cerca. Nos dicen que son troncos traídos de otros sitios de Nigeria y que los dejan allí para preparar la madera antes de fabricar tablas y muebles. De hecho, también hemos visto algunos montones de tablas apiladas entre las casas de Makoko, así que deduzco que esta es otra actividad.

Laguna de Lagos y puente vistos desde Makoko

No puedo evitar decir que hay quienes resaltan la “belleza apocalíptica” de Makoko. El juego que da a la cámara. Y yo no lo voy a negar porque también me encanta la fotografía, pero yo creo que Makoko no se merece ser reducido a objeto de unas imágenes apocalípticas.

niño de makoko en la puerta de su casa
Un niño de Makoko, Lagos

Nos despedimos de Desmond muy agradecidos por su trabajo de guía.

Makoko es una bofetada de realidad en la cara. Y un gran ejemplo de la resiliencia que el ser humano es capaz de desarrollar. Ojalá no tengan que pasar otros 100 años para que sus gentes puedan sacar la cabeza del agua.

Nigeria es muy diversa y tiene grandes atractivos naturales y culturales, pero en Kumakonda estamos convencidos de que realidades como la de Makoko también tienen que ser conocidas. Por eso no dudamos en incluirlas en nuestros viajes.

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