El Sahel es una tierra de transición entre el desierto y la sabana que precede a las selvas del sur. Una franja horizontal que se distribuye entre más de 10 países. Atraviesa todo el continente africano de este a oeste por su parte más ancha, y siendo un territorio límite marca el carácter de sus gentes, culturas, historia, paisajes, fauna y flora.
Prohibido por zonas y épocas, el Sahel nos fascina. Por eso no queremos renunciar a esta tierra dura, inhóspita, y a la vez tremendamente bella. Ciudades de barro, nómadas, música, tradición oral, restos de antiguas civilizaciones, mercados, vida salvaje, enormes montañas, la presencia del Islam y el animismo. Hay tanto que explorar en este territorio límite…
El carácter del Sahel
El Sahel ocupa unos 6.000 km de costa a costa y ocupa más de tres millones de kilómetros cuadrados. Geográficamente, atraviesa los territorios de 12 o 13 países, no siendo fronteras claramente delimitadas.
Políticamente se reconoce en Nigeria, Camerún, Chad, Níger, Burkina Faso, Mali, Guinea, Mauritania y Senegal, que están presentes en el programa de Estrategia Integrada de las Naciones Unidas para el Sahel (UNISS en sus siglas en inglés). Un programa que pretende trabajar por un Sahel más próspero y seguro para sus habitantes.
Sahel es una palabra árabe que significa “costa” o “borde”, describiendo muy gráficamente el terreno que ocupa.

Es posible que el Sahel sea el territorio semi-desértico más grande del mundo. Se calcula que en los últimos años se ha ensanchado entre 50 y 200 km hacia el sur por el cambio climático.
Las sequías son más frecuentes, las tierras y recursos se han empobrecido. Las estaciones de lluvias son más cortas, la media de las temperaturas ha subido.
Un medio hostil para los humanos, pero no tanto si lo comparamos con el desierto del Sáhara que se extiende inmediatamente hacia el norte.
Su carácter fronterizo se puede trasladar a las culturas que se han desarrollado y se desarrollan en él. En el Sahel conviven unos 400 millones de personas de diversas culturas, pero hay aspectos comunes a todos o casi todos ellos. Formas de hacer las cosas, de vivir, de sentir.
La agricultura de subsistencia y el pastoreo son la norma en el Sahel. Tanto como la hospitalidad. La generosidad es una cuestión vital porque todos saben que la vida pende de un hilo.

Territorio prohibido
Al mismo tiempo que esa hospitalidad existe en casi todos sus rincones, el Sahel siempre ha sido, es, y probablemente seguirá siendo, un lugar donde el bandidaje se desarrolla como “respuesta alternativa” a la precariedad de la vida. También es una tierra disputada por su gran valor geoestratégico y, sobre todo, por las riquezas naturales que guarda.
En el Sahel hay petróleo, uranio, oro y otros minerales de gran valor para la vida moderna. Para los ricos de otras latitudes. Una riqueza que despierta la codicia de muchos gobiernos y otros aspirantes al Poder.
Los grupos terroristas se han instalado y, tristemente, ya forman parte del “planeta Sahel” sembrando el horror. Como los bandidos de siempre pero quizá de forma más cruel, o con más alcance porque la tecnología armamentística lo ha facilitado.
Viajar al Sahel no es fácil y no está exento de riesgos, pero esas amenazas no ocupan todo su vasto territorio. Ni lo hacen de forma permanente.

Los paisajes, la fauna y la flora del Sahel
¿Sabías que en el Sahel se dan cita grandes ergs de dunas, llanuras herbosas y enormes cordilleras de roca magmática? ¿Y que es atravesado por varios de los grandes ríos del continente africano, incluido el mítico río Níger que trajo de cabeza a los primeros exploradores occidentales?
Los paisajes del Sahel son tan áridos como poéticos. Este terreno transitorio se caracteriza por la presencia de agua en determinados puntos, y con ello una vida mucho más exuberante de lo que podríamos pensar.
En el río Níger, el Logone y algunos otros, los hipopótamos siguen viviendo y aterrorizando a los habitantes de las orillas. No es difícil encontrarse con gacelas, y aún es posible ver elefantes en lugares como el Lago Chad, o jirafas en algunos rincones de Níger y Chad.


Si entrenamos un poco la vista, descubriremos cientos de especies de pájaros, migratorios y residentes permanentes, que lucen brillantes colores entre la vegetación. Rojos, naranjas y azules eléctricos parecen producir fogonazos en el paisaje dominado por los tonos beige. Emociona verlos tan pequeños y decididos a volar, a vivir.

Las plantas son también un capítulo muy interesante. Desde las típicas acacias cuyas ramas están llenas de pinchos, hasta las suculentas que son capaces de almacenar agua para resistir el calor. Y cuando llueve, ay cuando llueve. Las semillas brotan con una rapidez inimaginable, aparecen las flores con sus colores y, para alegría del ganado, los pastos reverdecen.
En la foto, flor del baobab en el País Dogón (Mali).

Entre la fauna y la flora salvaje siempre hay vida humana. Enormes rebaños de camellos, vacas con cuernos que se alzan al cielo desafiantes, cabras y ovejas pululan por las vastas llanuras del Chad, los campos de Níger, o las tierras de Mali. Son el medio de subsistencia de los nómadas y seminómadas, y también una razón de conflicto con los agricultores.
La lucha por los recursos no es una broma en el Sahel y entre esos recursos el agua es el más preciado.

Los pueblos y culturas del Sahel
En el Sahel se desarrollaron antiguas civilizaciones que en su día fueron de las más avanzadas del planeta. El imperio Shongai, el Mandenká o Imperio de Mali, el País Hausa de Nigeria y Níger, el reino Kanem-Bornu del Chad, el Imperio Mauri de Mauritania y muchos más.

Además están los pueblos nómadas entre los que destacan nuestros queridos Fulani y las distintas familias como los Wodaabe, Yayai, etc. También los “Árabes” (así se autodenominan) y los Tubus de Chad.
Los Hausas siguen existiendo con sus sultanatos, y los míticos Tuareg tampoco faltan. El pueblo Dogón de Mali, los Lobi de Burkina Faso… Podríamos extender la lista y citar a varios cientos de pueblos, pero no serviría de mucho.


Cada viaje al Sahel puede deparar encuentros no sólo con un pueblo, sino con muchos. Y cada uno tiene sus tradiciones y forma de vida, sus herramientas, estética, creencias.
Entre las creencias hay que destacar las distintas formas de “animismo” o de religiones tradicionales que confluyen en la veneración de los espíritus y las ceremonias en torno a ellos. Un poderoso atractivo que en Kumakonda valoramos mucho.
No exageramos si decimos que hay ceremonias y rituales animistas que pueden justificar un viaje al Sahel, como la ceremonia Bori de Níger o el festival del Gerewol.


La estética del Sahel
La estética del Sahel es una maravilla para los aficionados y profesionales de la fotografía. Ofrece un minimalismo que permite centrar la mirada en lo que importa.
El contraste de los colores dominantes es de una belleza que rara vez defrauda. Los tonos amarillos y ocres batallan con el azul brillante del cielo. Las tormentas de arena o el harmatán aportan una homogeneidad extraña, como de otro planeta. Los colores de algunas vestimentas son estallidos de luz y vida.

Las siluetas recortadas en los atardeceres naranjas por la presencia de polvo en la atmósfera, los suelos calcinados, las ciudades de barro, las montañas, los grandes ríos, los mercados.
En estas tierras, estemos en un país u otro, es posible encontrar escenas medievales e incluso algunas que podrían ser recién salidas del Neolítico, como las mujeres moliendo grano sobre grandes piedras. O las escenas de pastoreo y las del tránsito de los nómadas con sus pertenencias. Imágenes inolvidables.


La música del Sahel
La música es una de las artes más vertebradoras del ser humano. En el Sahel perviven los griots, figuras muy respetadas en el mundo rural, que transmiten la memoria de sus pueblos a través de canciones y cuentos.
En África la palabra ha sido el elemento que sustenta la transmisión de epopeyas, cuentos, leyendas, la historia de antiguos reinos y las memorias familiares.
Asistir a una de sus actuaciones y conversar con estas “bibliotecas andantes” siempre puede ser enriquecedor.
Los instrumentos sencillos ofrecen sonidos muy contundentes. Sólo hay que escuchar la kora, el djembé o el balafón para llenar el alma con sus sones.


Pero el panorama musical del Sahel no acaba en los griots y los instrumentos tradicionales. Sobre todo en Senegal, Burkina Faso, Mali o Nigeria, donde grandes percusionistas, guitarristas y cantantes se han hecho un hueco en las cumbres del panorama musical internacional.
No podemos olvidar que en la inquieta Lagos nació el estilo musical afrobeat, o que en Bamako se han desarrollado artistas como Salif Keita.
Ellos han desarrollado una música propia que bebe de todas las fuentes posibles. Del reggae, blues, jazz… incluso de la música disco. Con esas músicas reivindican, expresan sus vidas y la voluntad de cambio de los pueblos que les han visto nacer. El resultado es desde poético y evocador hasta estridente.
Los países del Sahel que visita Kumakonda
Como ya hemos dicho, esta región es uno de los destinos favoritos de Kumakonda. Uno de los pocos territorios a los que no nos importa volver una y otra vez para descubrírselo a nuevos viajeros.
Chad
Chad es un país que ya consideramos hermano y sabéis que volvemos todos los años no una, sino varias veces. Los espectaculares desiertos del norte son pura aventura, pero no lo son menos las comunidades del Lago Chad y el sur del país siguiendo el río Logone.

África del Oeste
La expedición de febrero de 2024 African Deep Routes a Mali, Guinea Conakry, Guinea Bissau, Senegal y Gambia en busca de la música y la tradición oral del Sahel es un sueño que por fin hemos podido realizar. Un viaje cultural con el que queremos acercarnos a las raíces culturales y sociales de esta parte del continente. Esperamos repetir en 2025 😉.
Nigeria
Otro ejemplo es el norte de Nigeria, donde se desarrolla uno de los festivales más importantes de la zona: el Festival Durbar de Kano, una celebración cultural, política y religiosa en la que los súbditos van a rendir pleitesía al Emir.
Kano fue encrucijada de caravanas y toda la región promete muchas alegrías, así que estamos convencidos de seguir profundizando con nuevas propuestas en este país saheliano.

Níger
Níger, territorio prohibido hasta hace poco, es otro país en el que hemos hecho una prospección y ofrecemos programas de viaje centrados en conocer su riqueza arquitectónica y étnica. País de gentes amables y diamante en bruto para los enamorados del Sahel.

Ojalá algún día se vuelvan a abrir las rutas del norte Mali y podamos conocer Mopti, Gao o Tombuctú, el Sahel que limita con el Sáhara. In Shah Allah.