El Sudd, expedición por el Nilo Blanco de Sudán del Sur
The Sudd (Bahr al Jabal) de Sudán del Sur, una inmensa y remota región en el mapa todavía incógnita en cierta medida. Antes de salir no teníamos noticias (por lo menos online) de que ningún grupo de viajeros hubiera realizado esta gran travesía completa anteriormente, por lo menos en las últimas décadas.

Con muy poca información previa y con las expectativas en el aire, a finales de enero de 2025 en Kumakonda organizamos una expedición prospectiva con un grupo de 11 viajeros internacionales para adentramos por el Nilo Blanco en el gran Sudd.

¿Qué esperar del Sudd o de un viaje como este?
¿Qué esperar? Todavía no lo sabemos. Saber gestionar expectativas, manejarse en la incertidumbre y la improvisación de una aventura real, no es un plato al alcance de cualquiera. Muchos tenemos en mente las pocas imágenes que existen del Sudd: fotos aéreas de pequeñas islas habitadas por familias de pescadores. Otros tienen en mente campamentos ganaderos… ¿Qué puede haber? ¿Qué podemos encontrar? eso es lo que nos empuja a explorar.

The Sudd, la gran barrera
El Sudd (del árabe «barrera») en Sudán del Sur, es el humedal más grande de África. Se denomina «barrera» por la espesa capa de vegetación que cubre la zona. Esta vegetación dificulta la navegación y puede absorber o disipar más de la mitad del agua que recibe desde los lagos ecuatoriales a través del Nilo Blanco.
Con 320 km de ancho por 400 km de largo, es un inmenso laberinto natural de tierras bajas pantanosas, lagunas y canales serpenteantes flanqueados por interminables y monótonos muros de cañaverales y papiros.
Una vasta región que oscila entre los 40.000 km2 en la estación seca, y más de 130.000 km2 durante la estación húmeda (tamaño de Inglaterra), que todavía es, hoy en día, desconocida y rara vez explorada por los viajeros internacionales.

El ecosistema del Sudd
El Sudd en Sudan del Sur comprende varios ecosistemas, desde aguas abiertas y vegetación sumergida, hasta vegetación flotante, bosques inundados estacionales, pastizales de secano alimentados por el Nilo Blanco y matorrales de llanura aluvial.

Preparando la expedición por el Sudd
Una vez llegados a Juba, capital de Sudán del Sur, nos esperaban tres lanchas a motor y un equipo local compuesto por tres conductores para las barcas, un responsable local, un cocinero y algunos ayudantes. A este equipo local nos sumábamos 11 viajeros de diferentes nacionalidades.

Nuestro plan era navegar por el Nilo Blanco desde Juba a Malakal en 12 días, atravesando el Sudd. Un viaje fluvial de cerca de 1.000 kilómetros del cual desconocíamos casi todo. Es más, también sería la primera vez que nuestro colaborador en Sudán del Sur realizaría la ruta. La aventura estaba garantizada.
Era de suponer que durante nuestro viaje no tendríamos acceso a la compra de productos básicos, por lo que había que cargar todas las provisiones en Juba.
Agua mineral, material de camping, equipajes, comida y sobre todo unos 1500 litros de gasolina repartidos en grandes bidones de 250 litros, hacían ver claramente que íbamos sobrecargados.
Abandonar el puerto de Juba nos llevó un día entero de espera con diferentes formalidades.


Una expedición no es un viaje estándar: errores logísticos
La primera noche me di cuenta de varios errores logísticos. En los últimos años Sudán del Sur ha entrado en el punto de mira turístico de muchos viajeros. Las pocas agencias locales que ofrecen los viajes tribales por el sur del país, intentan ofrecer cierto tipo de confort y algunos buenos servicios a los clientes. Hasta aquí, todo perfecto.

Nuestro socio local, con buena voluntad pero con poca experiencia en este tipo de viajes «de expedición», quería sorprendernos con tiendas grandes sudafricanas individuales, vajillas de porcelana, colchones gruesos, neveras, generador y muchos extras totalmente prescindibles en un viaje como éste. El resultado es que íbamos muy sobrecargados y más lentos de lo previsto.

Tras largas explicaciones, finalmente pude convencerle de que no necesitábamos todo ese confort, y que teníamos que dejar atrás mucho material para movernos más ligeros. No fue fácil.
Comenzamos viaje…

Tribus del Sudd, explorando el humedal
En este inmenso laberinto acuático conocido como el Sudd, habitan aproximadamente un millón de personas cuyas culturas y sociedades están estrechamente ligadas a estos humedales, como pudimos comprobar durante nuestra travesía.

Las culturas dominantes en el Sudd son las tribus de los Nuer, los Dinka, los Shilluk, y los Anyuak, todos ellos pueblos nilóticos y pastores autóctonos del valle del Nilo. En los alrededores de Bor también encontramos Mundaris.

Estos grupos han desarrollado tradiciones que les han permitido adaptarse a las condiciones inundadas y estacionalmente variables del Sudd, viviendo mediante una combinación de agro pastoreo nómada, recolección de productos forestales no madereros y sobre todo la pesca.

La pesca en el Sudd como motor económico
Desde Bor hasta Adok, la economía se basa en la pesca y en su posterior salazón del pescado. En este tramo del Sudd navegamos a través de los territorios Dinka y Nuer. Ambos se dedican a la pesca, tremendamente abundante en estos humedales.


Escondidos entre cañaverales y papiros, encontramos pequeños campamentos de pesca donde habitan familias y militares que controlan el río. Estos campamentos, literalmente flotantes, se sitúan principalmente en las islas del Sudd.
Cada centímetro de suelo donde se sustentan las casas ha sido ganado al agua mediante la colocación de una frágil e inestable estructura fabricada con cañas y virutas de papiros. En este espacio tan reducido se mueve absolutamente todo.

Pesca y salazón de pescado en el Sudd para su exportación
Es difícil imaginar la cantidad de pescado que hay el Sudd. Para que os hagáis una idea, con una pequeña caña, un hilo de pesca simple y un anzuelo al que puse un cebo, en media hora conseguí pescar 4 peces, uno de ellos de un tamaño considerable. Las comunidades de la región dependen casi exclusivamente de la pesca para su alimentación y sus medios de vida.

Las poblaciones Dinka y Nuer que habitan el Sudd secan el pescado amontonándolos en bloques de varios cientos de kilogramos. Una vez por semana una gran barcaza los va recogiendo campamento por campamento para transportarlo hasta Bor desde donde se transporta por carretera hasta el sur de Sudán del Sur y principalmente la Republica Democrática del Congo.

En este increíble paisaje pantanoso formado por el Nilo Blanco, los hombres Dinka y Nuer pescan con redes en pequeñas canoas de aspecto inestable. Una vez capturado, el pescado se limpia en los campamentos y se pone a secar colgado, creando imágenes a veces impactantes.


La pesca en el Sudd en números
Sudán del Sur tiene más de 100 especies de peces, la mayoría de las cuales se encuentran en el Sudd. La mayor parte de las capturas son la tilapia del Nilo, la perca del Nilo y diferentes tipos de bagre africano (pez gato).

Aunque la mayor parte de la pesca en el Sudd sigue estando destinada al consumo de subsistencia y se vende en los mercados locales, desde hace unos años las exportaciones a países vecinos como la República Democrática del Congo (RDC) y Uganda han aumentado considerablemente. Según Info Nile y Pulitzer (ver informe) se espera que la producción pesquera aumente entre 300.000 y 400.000 toneladas de pescado al año para 2025 en Sudan del Sur.

La fauna y biodiversidad del Sudd
Los humedales de Sudd contienen una rica biodiversidad con una fauna y hábitats únicos. En nuestro viaje pudimos observar gran cantidad de aves, también enormes cocodrilos y algunos hipopótamos.

No es fácil avistar fauna desde el río ya que la espesa vegetación impide la visión, pero los diferentes hábitats de los pantanos del Sudd son diversos y comprenden una diversidad de especies única, compuestos por todas las clases principales de organismos acuáticos, reptiles, aves y especies de mamíferos.


Entre ellas se incluyen unas 350 especies de plantas (pertenecientes a distintos géneros), 470 especies de aves, más de 100 especies de peces, 100 especies de mamíferos y más de 120 especies de insectos, así como un número desconocido de especies de reptiles y anfibios. De los insectos también dimos buena cuenta durante nuestro viaje, especialmente de los mosquitos.
Campamentos de ganado en el Sudd de Sudán del Sur
Creo que todos los viajeros que participamos en esta expedición por Sudan del Sur teníamos en mente que sería posible encontrar numerosos campamentos de ganado como los famosos campamentos Mundari. Lo cierto es que, como hemos podido comprobar en nuestro viaje a Sudán del Sur, el Sudd es una de las regiones africanas más afectadas por el cambio climático.

Cambio climático, inundaciones, desplazados y otros desafíos sobre el Sudd
Las cada vez más frecuentes inundaciones en el Sudd debidas al cambio climático están afectando a las comunidades de la región. La destrucción de aldeas y campamentos de pescadores están causando que haya miles de desplazados. También, al haber muchas más tierras inundadas, los campamentos ganaderos se desplazan cada vez más hacia el exterior del Sudd en busca de pastizales. Por consiguiente, no conseguimos ver casi ningún campamento de ganado durante nuestro viaje, más allá de los Mundari.

Entre otras amenazas que se ciernen sobre el Sudd figuran también la prospección petrolífera (Sudd contiene la mayor reserva de petróleo de Sudán del Sur) y el proyecto del canal de Jonglei.

Continuamos con las crónicas de nuestro viaje a Sudán del Sur a través del Sudd
Lo que a priori pensábamos que serían 5 o 6 horas de navegación diarias se convirtieron en jornadas completas de viaje de 10 horas, debido a la sobrecarga de las lanchas y a los numerosos controles militares que fueron en aumento.

Según nos adentrábamos en el Sudd, más controles militares había. En cada uno de ellos había que presentar documentos de viaje y negociar «pagos».
La llegada a las grandes poblaciones de la región como Bor, Shambe o Adok tampoco eran fáciles. Todo el mundo quería saber, todo el mundo quiere su parte del pastel. Pasar una noche en cada una de ellas suponía horas de trámites burocráticos. Como era de esperar, las fotografías no estaban permitidas en muchos casos.

En Shambe fuimos acogidos agradablemente por todas las autoridades locales, civiles y militares con una puesta en escena que nos hacía fantasear en que fuéramos presidentes de gobierno o alguna autoridad importante.
Las horas y horas de navegación se hacían demasiado largas. Cada mañana antes de embarcar había que asegurarse de pasar antes por el «toilet», ya que una vez en el río, literalmente no había donde parar. Imposible detenerse o salirse de los cursos de agua flanqueados por un muro de papiros y cañas.

Cada ciertas horas, un pequeño campamento con check point militar o un check point con campamento. Nunca nos quedó claro quién hacía qué. En cada una de estas paradas nuestros movimientos estaban muy limitados. No había donde caminar, tampoco era fácil ir al servicio. Apartarse 5 metros suponía un riesgo de caerse en el agua, ya que la plataforma del suelo era totalmente inestable.

Montar campamento en un check point o campamento de pesca flotante
La mayoría de las noches las hicimos en las islas del Sudd. A veces en los check points, y otras en pequeñas poblaciones flotantes de pescadores. Toda una odisea. No había espacio para montar tiendas o montar la cocina. Tampoco en muchos casos había ningún tipo de «toilet», por lo que a veces teníamos que hacer nuestras necesidades con un montón de espectadores alrededor, tanto locales como visitantes.

Al caer la tarde había que darse prisa en ponerse pantalones largos y cubrirse de repelente antimosquitos. Miles de mosquitos no dudaban en atravesarte la ropa para meterte un mordisco. Si se encendía alguna luz, era la señal para dar la bienvenida a una multitud de insectos curiosos.

La monotonía del paisaje era rota a veces por algunas barcazas que nos cruzábamos, y por el encuentro con pescadores que andaban con sus redes junto a las riberas. En la mañana y en la tarde decenas de aves nos acompañaban en nuestra navegación.

Como era de esperar, se rompió un motor
Estaba claro que con una sobrecarga tremenda y un largo viaje por delante algún motor fallaría. Y así fue. A mitad de viaje uno de los motores de las tres lanchas con las que viajábamos dijo basta, hasta aquí he llegado. Y tuvimos que reorganizarnos y también tuvimos, por fin, que deshacernos de más equipación que no era necesaria para este tipo de viaje. Y allí, en un campamento isleño cualquiera en mitad del Sudd, dejamos una de las lanchas…
Aunque la velocidad era la misma que con tres barcas, unos 13 kilómetros por hora, empecé a plantearme si con ese ritmo seríamos capaces de llegar a Malakal a tiempo de coger nuestro vuelo de vuelta a Juba. El río Nilo se vuelve serpenteante por tramos y las matemáticas comenzaban a ponerse en nuestra contra, aunque el equipo local nos garantizara lo contrario. Los mapas a veces engañan, las matemáticas no.

A partir de Shambe territorio Nuer
En la localidad de Shambe terminaba el territorio Dinka y comenzaba el Nuer. Habíamos empezado a ver en los rostros de los hombres esas enormes cicatrices horizontales en la frente. A partir de Shambe, también el numero de controles militares fue en un aumento considerable, lo que nos obligaba a detenernos continuamente.

A partir de Adok la economía cambia
A Adok llegamos de noche. En el río nos habían comentado que la población de Adok estaba mejor surtida que las anteriores y que podríamos encontrar algunas provisiones para el viaje, incluso que había algunos restaurantes locales. La verdad que estábamos bajo mínimos. Del lujo que se nos había «prometido» al principio del viaje con comidas, cosas y productos totalmente innecesarios, a la escasez total de comida. Habíamos pasado de un extremo a otro. Literalmente se nos había acabado la comida…
Sin ninguna expectativa llegamos al puerto de Adok bien entrada la oscuridad. La suerte se puso de nuestro lado y encontramos algunos pescados fritos en los restaurantes locales con los que pudimos llenar el estómago antes de irnos a dormir.

A partir de Adok la economía local cambió radicalmente. Dejamos de ver pescado seco y salado en los campamentos de las islas y comenzamos a ver cómo el comercio se basa en la caña y el papiro. Bor estaba demasiado lejos como para sacar el pescado por río y la población local comercializaba con otros productos diferentes.

Para complicar más las cosas se rompió otro motor
¿Y ahora qué? Quizás os preguntéis por qué no contratamos otra lancha o reparamos el motor. La respuesta es sencilla: no hay nada disponible en el Sudd. No hay ni lanchas, ni motores, ni casi ningún mecánico. No hay nada. Si entras en el Sudd hay que estar preparado para cualquier cosa, y así fue.
Estábamos en el mejor de los casos a tres días de navegación completos de distancia de Malakal, justo los días que teníamos antes de la fecha de nuestro vuelo, pero nos habíamos quedado sin otro barco y, aunque esta vez sí se podía reparar, el riesgo de tener otra avería era muy alto.
Empezamos a ver opciones en el mapa de cómo abandonar el río. Aunque el equipo de Sudán del Sur nos decía una otra y vez que llegaríamos a tiempo a Malakal, estaba claro que sería imposible. Era hora de abandonar el río y continuar en moto.
Dejamos el río y continuamos en moto hasta Bintiu
Había un vuelo semanal que podíamos en tomar en Bintiu y ese era nuestro objetivo. Esperamos junto al río unas cuantas horas hasta que llegaron las 15 motos necesarias para continuar el viaje por tierra firme.
De nuevo, las negociaciones fueron interminables. Cada persona que nos encontramos por el camino intentaba sacar lo máximo posible. Para que os hagáis una idea, después de un par de horas de negociación se acordó pagar 50 USD por cada moto para realizar un tramo de 25 kilómetros, aparte la gasolina. Una barbaridad.

Descubriendo el Sudd desde tierra firme
La verdad es que fue excitante cambiar de escenario. Dejamos atrás el monótono río Nilo y la barrera de papiros y cañas, y a través de un camino embarrado se abrió ante nosotros un paisaje diferente y muy hermoso. Muchísimas aves diferentes, espacios abiertos, campamentos ganaderos y poblados tradicionales se iban mostrando a nuestro paso.



La aventura continuaba en nuestro viaje a Sudán del Sur
Las motos nos acercaron hasta las instalaciones de una empresa petrolera porque nuestro guía local esperaba encontrar ayuda allí. Por supuesto, no fue fácil. Sin agua y sin haber comido se nos antojaba difícil llegar hasta Bintou ese mismo día. Yo lo veía realmente jodido.

Pese a todas las dificultades, el comportamiento del grupo en su totalidad fue formidable. Las risas y las bromas sobre nosotros mismos fueron continuas, y ni el cansancio y a veces la frustración crearon ningún tipo de mal ambiente en el viaje.
Un golpe de suerte y una suma elevada de dinero, hizo que consiguiéramos dos coches 4×4 para poder llegar ese día a Bentiu. Soñábamos con hoteles y con cena de restaurante pero yo no me hacía ninguna ilusión. Y así fue, llegamos y los hoteles decentes estaban totalmente completos por Médicos Sin Fronteras y WFP, organizaciones que trabajan con los refugiados de Sudán. La ciudad parecía un campo de batalla.
Después de preguntar en todos los alojamientos, sólo encontramos algunas habitaciones en un sucio prostíbulo local. No había más. Tampoco teníamos las tiendas de campaña que habíamos dejado en el río, las famosas tiendas de campaña sudafricanas de 20 kilogramos cada una… de locos. Algunos decidimos sacar el colchón al bar, por lo menos había cerveza fría. Mientras, en las sucias habitaciones hombres locales follaban con prostitutas.

No sin complicaciones y habiendo pasado la noche como buenamente pudimos, al día siguiente conseguimos tomar el vuelo a Juba y dejar atrás el Sudd. En Juba nos esperaba una buena habitación y unas horas de descanso.

Reflexiones y expectativas de nuestro viaje a Sudán del Sur
En estos días en los que vivimos donde casi todo está escrito, donde casi todos los lugares han sido viajado mil millones de veces, donde la aventura prácticamente no existe y todo está exquisitamente planeado, proponer y hacer un viaje a Sudán del Sur como este, y explorar una vasta región de la que apenas existe información y por la que muy pocas personas extranjeras han viajado, personalmente creo que ha sido un privilegio del que me siento orgulloso.
Quizás este viaje no ha sido como teníamos en mente, eso en cierta forma es la parte hermosa de la exploración. No teníamos fotos, no teníamos textos, no había prácticamente nada que nos permitiera hacernos una idea de lo que nos encontraríamos durante el viaje.
Ahora podemos decir que hemos viajado por el Sudd, que lo conocemos, que sabemos cómo viven las personas que allí habitan, a qué se dedican, como es su día día y las dificultades a las que se enfrentan. Sabemos cómo son los paisajes de esta región pantanosa, y los desafíos ecológicos y geopolíticos a los que se enfrenta esta región.
Creo que esto es viajar, esto es explorar. Viajar no es visitar un país por dos o tres días y hacerse un selfie. Por eso en Kumakonda seguiremos apostando y ofreciendo estas locuras que nos permitan acercarnos a otros mundos ajenos a los nuestros. Nos vemos en África o en los bares de Madrid.
