En la expedición África Overland que hicimos en Kumakonda entre marzo y abril de 2023, sabíamos que Nigeria no nos lo iba a poner fácil, pero también sabíamos que este es un destino muy interesante. Tanto, que nos ha dejado con ganas de repetir y profundizar. Para muestra, lo que pudimos conocer de Benin City y la Cultura Edo.
Benin City es el centro del reino Edo, también conocido como reino de Benin, y llegamos a ella tras cruzar el mítico río Níger a la altura de Onitsha, procedentes de las sorprendentes montañas de Nigeria.
Sí, estamos en Nigeria y Benin City no tiene nada que ver con el actual estado de Benin, que toma su nombre del Golfo de Benin y más o menos corresponde al antiguo reino Dahomey. Acompáñanos a descubrir su historia y atractivos
¿Quiénes son los Edo?
La historia de los Edo se remonta al siglo XII, si bien fue en el siglo XV cuando el reino de Benin floreció gracias al comercio de semillas de palma, marfil y esclavos. Un comercio exclusivo controlado por el Oba, palabra yoruba que significa rey.
Gracias a este comercio el Oba o Rey, siempre hombre, alcanzó un poder nada desdeñable, llegó a ser considerado un semidiós, y podía permitirse negociar con los portugueses comerciantes que fueron en busca de estos tesoros allá por el siglo XV. De hecho, el reino de Benin es el primer Estado visitado por los portugueses en esta costa, siendo la primera potencia europea que estableció relaciones diplomáticas y comerciales con los Edo.
En los siguientes siglos los señores de la guerra y las sociedades secretas de la región fueron consiguiendo cada vez más cuota de poder, y el Oba acabó relegado a un papel de jefe espiritual. Aun así, el reino sobrevivió hasta el siglo XVIII, pero para entonces las guerras civiles lo habían debilitado mucho y en 1897 los británicos lo conquistaron aprovechándose de su situación. Para entrar en detalle sobre su historia, te recomendamos este artículo.
No obstante, esta monarquía no ha desaparecido. Algunos reyes han vivido en el exilio perpetuando la estirpe, y el Oba actual vive en el Palacio Real de Benin City. Su nombre es Oba Ewuare II Ogidigan y es licenciado en Económicas por la Universidad de Gales, entre otros títulos académicos. Es el 39º Oba o rey, número que nos da una pista de la larguísima dinastía a la que representa.
Hoy en día, el Oba de Benin City tiene una función representativa, aunque mantiene cierta influencia sobre las autoridades del Estado de Nigeria actuando como asesor o consejero sobre los asuntos de la región. Además, tiene la potestad de otorgar títulos nobiliarios a sus súbditos, y mantiene su importancia espiritual.
El Palacio Real de Benin City
Esté o no el rey en casa, el Palacio Real se puede ver, y aunque la visita consiste en mantener una conversación con el Bibliotecario Real y dar un pequeño paseo por el patio exterior, no deja de ser una curiosa entrada a la historia de los Edo.
Nada más llegar nos advierten de que no podemos vestir con prendas que sean completamente negras. O nos ponemos otra prenda de distinto color encima, o debemos abandonar el recinto (con un pañuelo es suficiente). Por otro lado, el Bibliotecario Real nos obliga a permanecer juntos y, además de las explicaciones, nos va indicando qué podemos fotografiar. No cabe duda de que marca el terreno y ejerce su autoridad, aunque siempre lo hace con una sonrisa.
El palacio actual es un edificio más bien nuevo y se erige en los terrenos del palacio tradicional. Este llegó a ser un complejo de varios edificios de adobe con murallas defensivas y foso, del que sólo queda un edificio al fondo del jardín. Parece un poco anodino a nuestros ojos, y no nos dejan acercarnos mucho, pero según entendí es el lugar donde se realizaban y aún se realizan los sacrificios de las ceremonias.
Una vez realizado el paseo, nos lleva a la biblioteca del palacio, que es una sala llena de armarios con libros, algunas estatuas que conviven con aparatos de aire acondicionado vetustos, y muchas fotografías tanto del Oba actual como de los reyes anteriores. También hay mucho polvo. De hecho, al entrar, el ambiente de lugar cerrado te golpea en la cara. Tiene esa atmósfera de lugar histórico un poco decrépito, y desde luego es el escenario perfecto para aprender sobre la monarquía Edo y Benin City
“A principios del siglo XVII los mercaderes holandeses describían Benin como una ciudad con calles siete u ocho veces más anchas que la calle Warmoes de Ámsterdam que avanzaban en línea recta hasta donde los ojos podían ver. Solo el palacio del rey ocupaba tanto espacio como la ciudad de Haarlem, y se halla amurallado con finas galerías, la mayoría de las cuales son tan grandes como las de la Lonja en Ámsterdam. Están sostenidas por columnas de madera incrustadas con bronce, donde están representadas sus victorias, y se mantienen escrupulosamente limpias” (Los reinos de África vol. I, Ediciones Folio).
Fueron los británicos quienes destruyeron la mayor parte del palacio y ciudad, después de saquearlos, y este dato nos lleva al siguiente apartado.
Los Bronces de Benin, la inspiración de Picasso
Puede que la visita al Palacio de Benin City no sea muy lucida, pero ¿quién se resiste a pisar el lugar donde se encontró la famosa colección de los Bronces de Benin, repartida hoy en día entre más de 100 museos de todo el mundo, y que dicen inspiró a Picasso? (entre tú y yo, creo que Picasso y otros artistas modernos se han inspirado de varias corrientes de arte africano, y no lo hicieron viajando, sino en los museos europeos donde se exhibían los frutos del saqueo de las colonias).
La colección de Bronces de Benin consta de más de 3.000 piezas encontradas en el Palacio Real de Benin City, y dicen que es el mejor ejemplo del refinado arte que llegaron a desarrollar algunas sociedades africanas en la Edad Media.
El expolio de los británicos cayó muy mal. Esas figuras y objetos contienen un gran poder simbólico para el reino Edo, y hoy en día sigue siendo una herida abierta. Sólo el British Museum atesora unas 900 piezas. Por supuesto, llevan años reclamándolas.
Los arqueólogos como Leo Frobenius señalan que fueron los Ife, otro reino de Nigeria situado más al oeste y que se remonta al siglo XI, quienes empezaron a trabajar el metal con maestría. Producían esculturas de gran realismo, entre las que destacan las figuras que representan a los oni o jefes religiosos, encontradas en sus tumbas. Se trata de un culto a los antepasados que más tarde se trasladó al reino Edo o reino de Benin. Un arte para perpetuar el recuerdo de “aquellos que velan siempre por los vivos”.
La leyenda dice que fue el rey Ife (reino yoruba situado al noroeste) quien envió un maestro herrero a Benin City, a finales del siglo XIII, para que difundiera la técnica del vaciado de los bronces o técnica de la cera perdida.
La tradición oral también dice que los Edo pidieron al rey Ife que les enviara un príncipe para librarse del yugo tiránico de los Ogisos, siendo su hijo Eweka quien vino y se casó con una princesa Edo, convirtiéndose así en el primer monarca del reino.
Sea como sea, los Edo desarrollaron toda una industria con el trabajo de los artesanos del hierro, la madera y el marfil, dedicada a dar respuesta a las necesidades del reino. Necesidades tanto domésticas, como agrícolas y decorativas. Crearon figuras y objetos llenos de detalles, y alcanzaron un nivel artístico mucho más elevado que el de los reinos vecinos islamizados, teniendo en cuenta que el Islam prohíbe el arte figurativo de seres vivos.
Además, se encargaron de fabricar el armamento para la defensa del reino y las guerras contra los enemigos. De hecho, asumieron la fabricación de armas de fuego cuando los portugueses las trajeron para comerciar, si bien no sabían fabricar pólvora porque Europa se guardó el secreto de la química.
También hacían placas para revestir las paredes y puertas del palacio con escenas que son una perfecta crónica de la época. En ellas se pueden ver sacrificios, batallas, escenas de caza, reuniones de la corte… y también aparecen los primeros europeos que comerciaban con ellos, los portugueses. Realmente fascinante.
Pero quizá los objetos más llamativos y admirados de esta tradición artesana sean los bustos, y de nuevo es la tradición oral la que explica por qué se les ocurrió crearlos.
El reino de Benin decapitaba a los reyes vencidos. Sus cabezas eran ofrecidas al Oba, quien las confiaba a los artesanos. Estos realizaban dos copias de la cabeza: una se la quedaba el Oba, y la otra era enviada a la tribu derrotada para recordar que habían sido vencidos.
Fuera este su origen o no, este arte se utilizó para conmemorar a los personajes importantes del reino (de nuevo, hablamos de los antepasados). Así, muchos reyes, reinas y princesas tuvieron su propio busto o incluso escultura, siempre de tamaño natural. En dichas figuras podemos ver con todo detalle el peinado y la estética de estos personajes, consistente en grandes collares, corona o distintos sombreros y un bastón de mando tallado. El Oba actual y la familia real siguen vistiendo el mismo traje y arreglo tradicional en las audiencias, eventos y fotografías oficiales.
Aún se puede ver cómo trabajan en algunos talleres de Benin City, y la ciudad está llena de ejemplos de su arte.
El Museo Nacional de Benin City
¿Dónde están los Bronces de Benin hoy en día? Como hemos dicho, este hallazgo está disperso entre más de 100 museos del mundo, pero es posible ver algunos ejemplares en el Museo Nacional de Benin City, situado en el centro de la ciudad.
Este museo es modesto pero bastante solvente, y en él se pueden aprender más detalles de esta historia y arte fascinantes, mientras contemplamos algunas piezas originales. Ver este arte en su lugar de origen aumenta la sensación de estar ante algo extraordinario ¿no crees?
Está previsto que en 2025 se inaugure en la misma Benin City el Museo Edo de Arte Africano Occidental (EMOWAA). Un lugar pensado y creado para exhibir la colección de Bronces de Benin, entre otras maravillas. Con ello se impulsará la petición de devolución de las piezas robadas y dispersas por el mundo. De hecho, Alemania ya está gestionando la devolución de las suyas. Puedes leer aquí esta nota sobre el proyecto arquitectónico. ¡Pinta muy bien!
Después del rey, los Edogun y Obasogie. Benin City es una caja de sorpresas
Durante la visita al Palacio Real, nos proponen ir a conocer a un jefe local que nombran como Edogun, si bien no estoy segura de que este sea el título, porque la organización de los nobles y jefes que están por debajo del Oba es realmente compleja.
A pesar de ser una visita totalmente improvisada, el Chief Bright Osaro, que así se llama esta autoridad, nos recibe, atiende y responde a nuestras preguntas con gran amabilidad, sonrisas y buen humor. Llevamos varios días en Nigeria y seguimos sorprendiéndonos por la buena acogida de sus gentes.
Está sentado en el sofá de una de las estancias de su casa, un edificio de 1934-36 con algunas estancias que se remontan a más de 200 años como él mismo nos explica, lo que ya es mucho decir en esta parte de África. Lleva una túnica blanca con bordados sobre la que destacan unos collares de piedras de color rojo que nos recuerdan a los del Oba. Le preguntamos por ellos y nos cuenta que sólo pueden llevarlos los jefes y sacerdotes de alto rango.
De nuevo nos encontramos ante un cargo hereditario y para demostrarlo nos muestra una foto de su bisabuelo en 1914, y otra de su abuelo en 1938.
El Edogun es una especie de jefe de distrito y su función es similar a la de un juez que representa al Ebo o Rey. Como tal, se encarga de resolver los conflictos de la comunidad, por ejemplo si hay una disputa por una propiedad.
Además, tiene una especie de ejército o guardia real, antaño para defender la fortaleza de los enemigos, hoy con una función más bien “decorativa” porque no forman parte de los cuerpos policiales (nos dice que hay 40 o 50 soldados). Pero no acaban aquí sus funciones. Quizá la más importante es que es un jefe espiritual, y por ello nos muestra los altares que hay en la casa donde nos encontramos.
Conversamos con él sobre sus funciones en la sala que él llama “capilla”, donde se disponen unos bancos de obra y sobre ellos una especie de altar con bastones de mando, bustos que representan a los Oba (reyes) muertos, escudos del palacio real y las espadas símbolo del reino. Bajo nuestros pies, delante del altar, están enterrados sus antepasados. Él también será enterrado allí.
La gente acude al Edogun cuando tiene un problema para que este pregunte a los espíritus de los antepasados, y este se comunica con los ancestros llamándoles con unas campanas específicas, cada una con un sonido distinto. Sin embargo, no me queda muy clara la diferencia entre los espíritus de los ancestros y los propios dioses Edo, que en cualquier caso son los creadores del pueblo Edo, la dinastía monárquica, etc. La verdad es que resulta difícil seguir sus relatos, pero también es fascinante escucharlos de su boca.
Además de este jefe o juez, están los Obasogie, los jefes de los Gremios artesanos. Desde la construcción del palacio y la ciudad en la Edad Media, Benin City está dividida en distritos gremiales: herreros, artesanos de la madera y del marfil.
Un paseo por el centro es suficiente para ver su presencia. Grandes estatuas de latón representando a los primeros Obasogie o jefes gremiales, puertas y edificios cargados de decoración simbólica…
Uno de los más llamativos es el Igun Ugboha, el gremio de los herreros. No nos cabe duda de que es una ciudad sorprendente con mucho contenido cultural y tradicional a descubrir.
Un fragmento del animismo en el Reino Edo: cómo honran a los muertos
A pesar de la presencia e influencia de todo tipo de sectas cristianas y musulmanas, el animismo sigue muy presente en la vida cotidiana del reino Edo. Ellos hablan de la religión Edo, cuyos dioses evocan a la naturaleza: el dios del viento, el dios del fuego, etc., y tiene grandes similitudes con la religión vudú de los estados vecinos de Benin y Togo.
Además de los dioses están las máscaras, de las que se encargan las sociedades secretas, que son representaciones de los espíritus de los ancestros. No se dejan ver fácilmente. Mucho menos en Benin City. El rey es quien autoriza a que salgan a la calle ya que pueden ser peligrosas. Al fin y al cabo, son espíritus. Si te tocan puede caerte una maldición, algo que en una ciudad con miles de personas puede ser bastante dramático.
En otros lugares esa regulación no es tan estricta y recae en los responsables locales. Por eso nos trasladamos unos cuantos kilómetros al norte de Benin City, a la región de donde, por cierto, se extraían los minerales necesarios para fabricar el arte Edo.
Nuestro objetivo es presenciar una ceremonia de máscaras Elimi, de las que son responsables la familia Ifufe o Efofe, cargo hereditario de una especie de sociedad o cofradía secreta, como el caso de los cazadores Dozo de los que te hablamos en este artículo.
Las máscaras son el vehículo de comunicación con los dioses. Lo que quieras, lo que necesites en la vida, si tienes un problema… se lo tienes que preguntar o pedir a ellas: salud, protección, fertilidad, prosperidad económica. Para eso llamas a los Ifufe y ellos preguntan a la máscara correcta. Porque las Elimi son varias y cada una tiene su carácter y función.
Llegamos a la aldea. El día se ha tornado oscuro y gris. El trayecto se ve salpicado (nunca mejor dicho) por una lluvia torrencial que retrasa nuestra marcha hacia el lugar. La atmósfera es un tanto lúgubre, no lo vamos a negar. La gente va saliendo poco a poco de sus casas a medida que nos conducen a la de los Ifufe.
Vamos al encuentro del Omotomoto, especie de consorte de los dioses. Una comitiva se va formando detrás de nosotros. Nos siguen serios y expectantes, no muy ruidosos, excepto los niños que nos miran divertidos.
Toca esperar en el porche de la casa a que se preparen las máscaras. Por supuesto hemos ido hasta allí con un contacto y un arreglo al respecto. Esta no es la época en que las máscaras salen a la calle, pero es la primera vez que lo hacen «para los turistas». Y tienen sus dudas porque la lluvia vuelve a amenazar. No saben si eso puede tener consecuencias. Podría resultar contraproducente. Podría ser que las máscaras se enfaden y vengan malos tiempos para la comunidad.
Nos rodean cien, doscientas personas, no sabría decirlo, pero todos nos miran o están pendientes de nosotros. Hacemos algunas fotos, nos hacen fotos con sus móviles, jugamos con los más pequeños, respondemos a las preguntas de los mayores y a sus bienvenidas.
Al cabo de una hora y media, uno de nuestros cicerones nos dice que ya están haciendo los sacrificios pertinentes antes de que las máscaras salgan a la calle. Algunos pollos, quizá alguna cabra, darán su vida y sobre todo su sangre. Lo hacen a puerta cerrada, en un patio al que no podemos acceder porque es un ritual secreto.
El festival Elimi es una especie de “Día de los Difuntos” o Halloween que se celebra en el mes de junio o julio. En dicho festival se honra a los muertos y se hace la iniciación de los jóvenes, algo que no vamos a ver en esta recreación. Entre otras cosas porque las iniciaciones suelen ser secretas.
Por fin sale la primera máscara. Parece que viene del bosque y es impresionante. Lleva un sombrero muy alto lleno de muñecos de fieltro que representan a distintos espíritus y sus poderes: fertilidad, salud, seguridad, prosperidad… También lleva una serpiente, que, nos cuentan, es el símbolo de la paz. Sin embargo, a mí el rostro de esta máscara con dientes y colmillos se me antoja un poco aterradora. Todo el mundo sale corriendo cuando se aproxima. Entre saltos, con la percusión de fondo, se acerca a nosotros desafiante. El traje que lleva está lleno de bordados.
Poco a poco van saliendo más máscaras de distintos sitios. Una es muy divertida, parece un espantapájaros y se comporta como un payaso. Baila y se mueve de manera cómica haciendo burlas a todo el mundo. Todos se ríen a su alrededor.
De repente, aparece otra máscara cuya cabeza recuerda muchísimo a una figura japonesa. Nos resulta casi increíble, pero ahí está, y nos dicen que representa a la belleza. La más inquietante es una figura que no tiene rostro y se mueve de forma sinuosa.
Tras unas horas compartidas con la gente de ese pueblo de Nigeria, nos vamos con la sensación de haber visto y vivido algo extraordinario. ¿Será el poder de las máscaras Edo? Sin lugar a dudas, pasar unos días en Benin City ha sido todo un acierto. En Kumakonda ya estamos trabajando para ofrecer un nuevo viaje a Nigeria en el que poder profundizar en este increíble país.