En la salida Jungle Kongo Expedition de 2023, Austerio Alonso y el resto de viajeros tuvieron la fortuna de presenciar una ceremonia de fin de la «baja de maternidad» de los pigmeos Ekonda. Pero empecemos por el principio…
La República Democráctica del Congo no deja de darnos sorpresas con su gran riqueza etnográfica. Ya hemos hablado del reino Kuba y las máscaras de los Pende, y ya podemos sumar esta costumbre de los Ekonda .
El territorio de los pigmeos Ekonda se extiende en el área de Mbandaka (capital de la provincia) y el territorio de Bikoro, junto al Lago Tumba.
Estamos ante el que fue un pueblo cazador-recolector, hoy en día sedentarizado, que se desenvuelve en el bosque o selva y mantiene algunas tradiciones, a pesar de las dificultades económicas que impone el siglo XXI. Entre esas tradiciones que se empeñan en conservar está su curiosa «baja de maternidad».
Una baja de maternidad muy peculiar
El momento más importante en la vida de una mujer es el nacimiento de su primer hijo
Hélène Pagezy – antropóloga francesa que filmó un documental sobre las Walé en 1991
La “baja de maternidad” de los Ekonda es una tradición muy curiosa que se desarrolla en torno a las madres primerizas llamadas Walé, y hoy vamos a tratar de responder a las preguntas básicas que todos nos hacemos ante una costumbre como esta.
Quiénes son las Walé y qué es su «baja de maternidad»
Walé es el título que adquieren las mujeres que se quedan embarazadas por primera vez. Generalmente, chicas jóvenes. Adolescentes entre 15 y 18 años.
El rito de las Walé es un rito de paso o iniciación. Las mujeres que afrontan su primer embarazo y lactancia materna van a comenzar una nueva etapa vital, y por tanto deben ser iniciadas en la misma.
Los padres de ellas son los que deciden, una vez son informados del embarazo, que la hija pase por el rito. Es decir, no todas las jóvenes Ekonda y madres primerizas pasan por el rito Walé. Al menos no en la actualidad. Pero aún hay familias, y no son pocas, que deciden ir adelante con ello.
Esta es la fórmula más tradicional, oficial y prestigiosa de reconocer un matrimonio y su descendencia.

En qué consiste la baja de maternidad en esta comunidad del Congo
Las madres primerizas vuelven a casa de sus padres. Allí pasarán, sin su novio, un periodo de dos años. Así lo dicta la tradición, si bien este plazo está cambiando como veremos a continuación.
A pesar de separarse, el novio (también bastante joven) debe pagar los gastos de ella: comida, ropa, etc. Si no los paga, no tendrá derecho a liberarla y ser su marido cuando finalice este periodo.
La carga económica que supone esta “baja de maternidad” es una fuente de conflicto e incluso abandono bastante habitual. La situación de separación tampoco ayuda.
En la época colonial, la duración de este proceso estaba claramente establecida: 2 años. El primer año para la lactancia materna. El segundo, para que la madre pudiera adquirir una serie de aprendizajes, entre los que están la creación de sus propias canciones y bailes.
Tras la independencia, hay quienes afirman que este periodo se ha hecho más largo. Hay walés que llegan a vivir con sus padres tres, cuatro, cinco o más años. La razón ya la hemos apuntado antes: sus novios no tienen medios o no quieren ponerlos, y ellas se quedan en el limbo de la «baja de maternidad» esperando a ser liberadas.
También hay quienes aseguran que esta tradición está cayendo en desuso, o que ahora hay walés que sólo permanecen unos meses en su «baja de maternidad».
Sea como sea, durante este periodo las madres sólo deben ocuparse de su bebé y de ciertos aprendizajes, no de trabajar. Además son protegidas y respetadas.
Al mismo tiempo, deben acatar una serie de normas:
- No pueden tener relaciones sexuales con otros hombres (ni con su marido). Los Ekonda creen que el esperma puede malograr la leche materna.
- No deben realizar ningún trabajo, incluyendo las tareas domésticas.
- No pueden ir al bosque con los demás, por lo que gran parte del día se encuentran solas.
- Deben maquillar su cuerpo con un polvo rojo. Parece ser que se extrae de la madera molida del árbol de Palo Rojo o Ngola, que crece en los trópicos del centro y oeste de África. Además, se untan el cabello con una pasta negra que hacen ellas mismas.
La walé será vigilada por sus hermanas o primas, quienes se asegurarán de que no rompe las reglas y tabúes prescritos. En especial, el tabú de las relaciones sexuales.

Si la joven madre supera todo sin ningún contratiempo, adquirirá un estatus similar al de un dignatario, y ya no lo va a perder. Será honrada y bendecida por los espíritus, y reconocida socialmente por su esfuerzo y dedicación.
Por qué se hace el rito Walé
En primera instancia el rito Walé responde a la necesidad de garantizar el éxito de la primera descendencia. En un contexto de alta mortalidad infantil tiene todo el sentido.
Asimismo, se brinda protección a la mujer durante el periodo inicial de la maternidad con la vuelta a casa de sus padres. Un entorno más seguro que, en principio, el de la familia política.
Más allá del entorno inmediato de la madre, también es un reconocimiento social a la mujer y su capacidad de dar vida.

El gran día de las Walé
Cuando la baja de maternidad llega a su fin, se celebra una gran fiesta que llaman “la ceremonia de salida”. Es hora de volver al mundo exterior.
Para que esta ceremonia se realice, el novio debe ir a buscarla y pagar los gastos de la fiesta. Si además hay deudas pendientes, es el momento de saldarlo.
Los gastos de la fiesta incluyen los músicos, la bebida y comida para los invitados, la construcción de la torre que simboliza el salto a la libertad, y los regalos para la madre y el bebé. Esto último se agrupa en una maleta de viaje que representa el comienzo de la nueva vida y que se entrega llena de ropa para ella y si hijo/a, calzado, pelucas y joyas.
A partir de dicha ceremonia, ya se considera que están casados. Además el marido (si lo hay) se gana el respeto de la comunidad por no haber abandonado a la que ya es su esposa.
Para la joven madre, es la hora de recuperar su libertad y comenzar una vida independiente del hogar familiar.
Como ya hemos apuntado, esto no siempre es así y precisamente el caso que podemos narrar en este artículo responde a una mamá walé abandonada por su pareja.
Observando la ceremonia de salida
En el caso de la ceremonia de salida que presenció el grupo de Kumakonda, la chica que lo protagonizaba llevaba más de dos años siendo walé, pero su novio la había abandonado y no tenía perspectivas de poder finalizar su “baja de maternidad”.
Tras varias conversaciones con ella y su familia, Alonso decidió correr con los gastos de la ceremonia de salida. De esta forma ella alcanzaría su libertad, y ellos podrían asistir a la ceremonia.
En el día elegido, la Walé recibe su maleta con el contenido que va a permitir comenzar su vida independiente.
Después sus “guardianas” o acompañantes pasean por el pueblo con el niño, al que han vestido con la ropa y complementos nuevos: unas gafas de sol de colorines, zapatillas, etc. Lo hacen cantando y bailando, en una clara demostración de los regalos recibidos.
Mientras, las mujeres maquillan y visten a la mamá walé, cubriéndola de polvo rojo de los pies a la cabeza y terminando con un tocado de plumas que parece una corona.


La llegada de la Walé al lugar elegido es espectacular. Va subida en una especie de palanquín junto a sus guardianas o madrinas, y son llevadas a hombros por varios hombres.
Esta puesta en escena es una representación del estatus que ha adquirido al superar su “baja de maternidad” y, para ser más concretos, imita a los jefes o patriarcas de antaño, que se desplazaban en un tipoy acompañados de su ejército.

Entonces empieza la fiesta propiamente dicha. Todos están alegres (y algunos ya un poco bebidos, pues la cerveza corre libremente).
Ella es la protagonista indiscutible. Los músicos la acompañan y hay cantos y bailes durante un par de horas. Entre esos bailes destacan los que la propia Walé realiza. Los ha preparado durante su exilio, siendo este uno de los deberes que debía cumplir en el segundo año de retiro o “baja de maternidad”.
Las canciones y bailes que las Walé realizan ante el público hacen referencia a las lecciones que han aprendido durante su periodo de baja de maternidad. También hablan de su soledad, sueños y experiencias más personales en ese particular confinamiento. Son canciones propias y únicas de cada walé.

La última prueba
Cuando llega el fin de la fiesta, la walé sube a una torre que han construido los hombres.
Está hecha con materiales del bosque y en ella hay un sistema de poleas y cuerdas. Una vez arriba, la dejan caer. A plomo. La altura es de cuatro o cinco metros y supone un gran golpe. También un riesgo de fractura o algo peor. Pero ella debe aguantar. Es la última prueba.
Es el salto a la libertad.



Te recomendamos mucho que visites la página web del fotógrafo Patrick Willocq. Patrick Willocq es de origen belga y nació en la RDC. Después de unos años trabajando en otros países y continentes, decidió volver. Actualmente está dedicado a mostrar una imagen de su país en clave innovadora y alejada de los estereotipos, y su trabajo con las walé es magnífico.