La presencia humana en el Lago Chad data de hace miles de años, y de ello hablan los restos arqueológicos encontrados. Más tarde, en lo que llamamos la Edad Media, es cuando la historia de la región se vuelve muy compleja y apasionante. Fruto de ella son algunos de los pueblos y nómadas del Lago Chad en los que centramos este artículo: Kanuri, Kanembou, Buduma, y Fulani.
No obstante, queremos avisar de que la información resulta difícil de obtener y a veces es contradictoria. No nos cabe duda de que la complejidad social de esta región del planeta es muy alta, y por tanto todo un reto.
Pero si algo nos gusta en Kumakonda es afrontar nuevos retos, así que nos comprometemos a seguir investigando sobre el terreno para completar y actualizar este artículo tras próximas expediciones.
Resumen de la historia de los pueblos y nómadas del Lago Chad
Queremos empezar anotando algunas pinceladas de nuestras lecturas sobre la historia de los pueblos y nómadas del Lago Chad para ayudar a entender su identidad actual. Al fin y al cabo, todos tenemos unas raíces y somos hijos de ellas.
Hace casi 1.000 años un pueblo conocido como Magumi o Maîyi, clanes venidos de la cuenca del Nilo y más concretamente del Reino de Meroe en el actual Sudán, se establecieron en la región de Tibesti.
Ptolomeo describe a Tibesti como una región fértil con mucha agua, cubierta de bosques y llena de animales salvajes. Los ríos fluían desde las montañas hasta el Lago Chad. Una suerte de Paraíso en la Tierra.
León el Africano y otros cronistas antiguos afirman que los Magumi comerciaban con los griegos y los fenicios a través del reino bereber de los Garamantes. De hecho, en el idioma Kanembou y Kanuri aún perviven algunas palabras que podrían venir del griego antiguo.
Los Magumi tuvieron que desplazarse hasta las tierras del Lago Chad presionados por la conquista árabe del norte de África, y allí, en la región de Kanem, se encontraron con los pueblos Kanembou Sao, clanes chadianos que vivían en ciudades fortificadas. Sao es, en realidad, un término genérico que designaba a una especie de confederación de tribus unidas en contra de la islamización.
Con el paso del tiempo, los Magumi se fueron imponiendo y con ellos el Islam, pero en estos procesos se forjaron alianzas a base de matrimonios entre los Magumi y los clanes chadianos de Kanem. Finalmente, los Magumi, que ya habían adoptado la lengua Kanembou clásica (hoy extinta), fundaron el reino de Kanem-Bornu en el año 700 d.C.
En otras fuentes hemos leído que los Magumi eran el pueblo de pastores Kanuri, que iban a las tierras de los Sao en busca de esclavos, y terminaron conquistando el territorio Sao. Producto de ello instauraron el reino de Kanem-Bornu. Un reino que llegaría a ser todo un Imperio.

El imperio Kanem-Bornu
Los Kanuri («los hombres iluminados» o «ilustrados») son, al menos «oficialmente», los que desarrollaron el reino de Kanem-Bornu. Un imperio que en el siglo XIII alcanzó su máxima cuota de poder gracias al tráfico de esclavos que ya hemos mencionado, la actividad más lucrativa de ese momento histórico. Lo consiguieron, además, en estrecha relación con los estados árabes del norte del continente.
El rey Dunama Dibalimi, gobernante entre 1200 y 1260, llegó a controlar un vasto territorio que abarcaba desde las orillas del Lago Chad hasta el Fezzan en la actual Libia, y desde los estados haussa en el oeste, hasta el Ouaddai en la frontera de Sudán en el este ¡Llegó a mandar edificar un gran alojamiento en el Cairo para los jóvenes kanuri que iban a estudiar a la universidad de Al Azhar!
Hacia finales del siglo XIV, las divisiones internas -que todo imperio suele tener- debilitaron el reino de Kanem.
Más tarde, con la llegada de las potencias europeas y el reparto del Lago Chad en distintos países, los lazos entre los Kanembou y los Kanuri se debilitaron irremediablemente.
Pueblos y nómadas del Lago Chad: los Kanuri
Los Kanuri son uno de los pueblos más importantes e históricos del Lago Chad. Como en otros casos, se agrupan en numerosos subgrupos con nombre propio: kanouri, kanowri, yerwa, etc. Y como resultado de esta subdivisión, manejan distintos dialectos y costumbres hasta el punto de que algunos no se reconocen como kanuris.
Distribuidos entre Nigeria, Chad y Camerún, los Kanuri se han dedicado tradicionalmente a la agricultura, la pesca en las orillas del lago y el comercio de la sal, superados ya los tiempos de los esclavos. Los caballos son un símbolo muy importante para ellos.
Se dice que, a pesar de que perdieron todo el poder cuando los británicos invadieron la región en 1914, los Kanuri mantienen una gran influencia política y social. Muchos aspectos de su cultura, idioma y religión fueron adoptados por los pueblos vecinos.
Pueblos y nómadas del Lago Chad: los Kanembou
Los kanembou son uno de los pueblos y nómadas del Lago Chad muy presentes en todos los viajes que hemos hecho. Se considera que son los descendientes modernos del Imperio Kanem-Bornu, por lo que algunas fuentes afirman que son “primos” de los Kanuri.
Un Kanembou es alguien que habla la lengua Kanembou en alguno de sus dialectos. Kanem significa «la tierra del sur» y Kanembou significa «hombre de Kanem» en su propio idioma.
De manera similar a los Kanuri, son un pueblo sedentario donde el comercio es una de las actividades más importantes, aunque también pastorean vacas y comparten muchos rasgos sociales con los kanuri.
Entre los que forman parte de la tribu kanembou, los pastores son seminómadas, es decir, que sólo trasladan su campamento una vez al año, puede que dos. Siempre según la estación que marcan las lluvias, en busca de pasto, porque en esto se parecen a todos los pueblos nómadas del Lago Chad y más allá.
Algunos de nuestros encuentros con los Kanembou
La primera vez que nos encontramos con los Kanembou en el viaje de Febrero de 2022 fue en una localidad llamada Ngouri. Esta es una ciudad importante en la historia de este pueblo, por cierto.
Justo cuando pasábamos cerca de Ngouri vimos una caravana de jinetes que avanzaba entre el paisaje típicamente saheliano. Paramos el coche y observamos que detrás de ellos iba un pequeño grupo de músicos. Por supuesto, decidimos acercarnos y preguntar si nos permitían estar. La respuesta fue afirmativa y, con gran emoción, seguimos a esa caravana extraña y solemne por la calle polvorienta hasta una plaza abierta.

En esa plaza, distribuyéndose en círculo y con los músicos en el centro, se reunieron varias decenas de personas, sobre todo mujeres y niños. El ambiente era fantástico, y los jinetes mucho más.
Los caballos estaban ricamente enjaezados, ellos lucían grandes turbantes y llevaban las espadas en alto. ¿Qué era todo aquello? ¿Una boda, una fiesta? Pues no. Resultó ser ¡un acto electoral!


Ese mismo día nuestro guía local en la ciudad de Bol nos llevó a un campamento Kanembou en las cercanías del Lago Chad. O al menos así se presentaron ellos, diciéndonos que eran Kanembou, aunque el guía nos dijo inicialmente que eran Buduma.
Tras recibirnos con gran amabilidad, nos permitieron plantar nuestras tiendas de campaña en un espacio despejado, cubierto de las bostas de vaca, cabras, burros y dromedarios del asentamiento.
El campamento se organizaba por una serie de casas de paja bastante distantes entre sí. Imagino que de esta forma se garantiza la intimidad de cada unidad familiar sin renunciar a la protección del grupo grande. El campo libre, extenso y salpicado de acacias que hay entre las casas es para las vacas que, cuando vuelven de los pastos, se esparcen por el terreno para pasar la noche.


Poco después de llegar, descubrimos que tenían un pozo de agua. Caía la tarde y las mujeres y los niños se aproximaban al mismo para llenar sus garrafas de plástico. Alguna ONG o la misma UNESCO lo habría construido.
Estos pozos están presentes en muchos lugares de Chad y sirven para procurar agua salubre a las comunidades, además de evitarles grandes desplazamientos.

La actividad se sucede con la calma propia de estos lugares, pero sin pausa. Una mujer mayor llega subida en un burrito con sus garrafas. Los niños la ayudan a activar la bomba de agua. Después vienen dos mujeres jóvenes con sus bebés, y así sucesivamente. Los más pequeños se quedan allí, ayudando a unos y otros, jugando. Sin malgastar el agua, eso nunca.
Los hombres del campamento nos contaron que rara vez comen la carne de sus vacas, y que nunca las venden. Eso es como comerse el dinero, el patrimonio. No obstante, sí consumen su leche y hacen mantequilla con la nata. Además, las utilizan para la dote del matrimonio.
Otra actividad de los Kanembou del Lago Chad es la recogida de espirulina. Está a cargo de las mujeres, y esta alga es parte de la alimentación de los pueblos y nómadas del Lago Chad, por lo que es fácil encontrarla en los mercados de la región.

Para leer más sobre los Kanuri y los Kanembou, así como su apasionante historia, te dejamos este artículo de la web Walkoulo (en inglés).
Pueblos y nómadas del Lago Chad: Buduma, los nómadas del agua
Los Buduma o Bouduma son otro pueblo ancestral del Lago Chad que aún no hemos mencionado.
Algunos estudios afirman que los Buduma son descendientes de los Sao. Aquellos que, huyendo de los guerreros de Kanem-Bornu, se refugiaron en el Lago Chad.
Los buduma son, pues, los que viven y se mueven dentro del lago. Podríamos considerarlos «nómadas del agua», aunque el significado de Buduma es «la gente de los juncos», probablemente porque construyen sus casas y barcas de pesca con juncos de papiro.
Ningún otro pueblo quiso o consiguió adaptarse al laberinto de islas que forma todo un archipiélago traicionero y confuso para el ser humano. Y este es el secreto de su independencia y libertad.
Los Buduma se sirven de barcas de distintos tamaños según sean para pescar o para trasladar a la familia, enseres y animales pequeños (cabras, pollos…). Por supuesto, saben nadar desde muy pequeños y son capaces de estar bajo el agua mucho tiempo.

Viven trasladándose de isla en isla, en especial en la época seca, buscando en ellas los mejores pastos para sus rebaños de vacas kuri o kauri que pueden llegar a sumar varias decenas de miles de cabezas. No obstante, también acceden a “tierra firme” cuando necesitan comerciar con otros pueblos su pescado seco.
La sociedad y peculiaridades de los Buduma
Dicen que en el pasado los buduma eran famosos por su agresividad. No dudaban en robar el ganado de otros pueblos y llevárselo al intrincado sistema de islas y canales del Lago Chad. Pero hoy son considerados un pueblo amigable que vive en paz con sus vecinos.
Sin desmerecer la acogida de los kanembou, desde luego los buduma son un pueblo amable con los visitantes, según hemos podido comprobar en nuestros viajes.
Parece ser que los buduma -un nombre que no les gusta demasiado-, están divididos en dos grupos, los Yedina y los Kuri, pero todos comparten la lengua Yedinami.Los Yedina, el nombre que prefieren adoptar, es el grupo más numeroso y vive en el norte del lago, mientras que los Kuri es más pequeño y habita las islas del sureste.
Se dice que siguen siendo muy celosos de su cultura e identidad, y por tanto tratan de evitar los matrimonios con otras tribus. Es muy raro que una mujer buduma se case con un hombre kanembu o kanuri, y en el caso de que un hombre buduma tome por esposa a una mujer de otra tribu, no llevará nunca a esa mujer a los asentamientos de las islas. El conocimiento del Lago Chad sigue siendo la garantía de su independencia.

Los hombres y las mujeres buduma suelen ser altos, como sus ancestros nilóticos, aunque hay quien dice que su altura tiene que ver con la dieta que siguen a base de proteínas, siendo muy escaso el cereal que consumen.
Todos lucen escarificaciones en el rostro en forma de líneas verticales que parecen surcos de lágrimas antiguas. Estas marcas son como una tarjeta de identificación personal, tanto para este pueblo como para otros, pues es una práctica muy común en buena parte de África occidental. Ellas, además, llevan un gran piercing en forma de aro en la nariz.


Los Buduma pueden formar grupos de varios cientos de personas y miles de cabezas de ganado. Encontrarse con uno de estos grupos tan grandes es una experiencia fascinante.
Las vacas kauris son su riqueza y lo más valioso que tienen. Tanto es así, que como medida de protección no les gusta declarar cuántas tienen. Si preguntas a un buduma por su rebaño, te dirá un número aproximado, pero nunca el real. Este «secretismo» lo comparten, en realidad, con otros pueblos pastores de Chad.
La vida y la rutina se organizan en torno al ganado. Cuando el pasto escasea en la isla elegida, hay que moverlo a otra ¿Y cómo lo hacen? ¿Cómo pueden mover decenas o cientos de cabezas de ganado si sólo cuentan con piraguas? La respuesta es… nadando.
Las vacas kauris son capaces de nadar largas distancias. Así de sencillo y de increíble. Cuando están sumergidas, los buduma las pastorean desde las piraguas, o se echan al agua si tienen que ayudarlas a seguir la dirección correcta.

Es impresionante ver cómo estas grandes vacas se sumergen en el agua y avanzan con la cabeza y los cuernos alzados sobre la superficie. Si te encuentras cerca de ellas y te fijas bien, te darás cuenta de que son muy altas y tienen cuellos largos, una adaptación perfecta para ir por el agua con la cabeza fuera.

Además del pastoreo de las vacas, los buduma también pescan. Las carpas y los siluros o pez gato son las capturas más frecuentes, que suelen servir con una rica salsa de tomate y cebolla sobre una pila de arroz.


Acabada la jornada y con la noche encima, los buduma encienden hogueras para que las vacas se agrupen alrededor. Esta es la fórmula ancestral para librarse de los mosquitos gracias al humo del fuego, también practicada por otros pueblos y nómadas del Lago Chad como los kanembou.
Ver y vivir una escena así es transportarse en el tiempo. En la oscuridad insondable sólo se escuchan los murmullos de las vacas, el chasquido del fuego y el movimiento de algún niño andando entre ellas. Son imágenes atávicas.

En el siglo XXI muchos Buduma se están viendo forzados a cambiar su modo de vida. La amenaza del grupo terrorista Boko Haram, que sobre todo opera en Nigeria, ha obligado a muchos a vivir de forma más sedentaria y como refugiados en Chad. Son miles los que se han establecido en el lado chadiano y se han visto anclados a un lugar donde continuar viviendo de la pesca y las vacas. Por si fuera poco, algunos les acusan de ejercer de «guías» de los terroristas en el intrincado laberinto de las islas del Lago Chad. Una situación tan compleja como triste.
Los nómadas más famosos del Sahel: los Peul o Fulani
La gran familia nómada Peul o Fulani se extiende por todo el Sahel y, como no podía ser de otro modo, también se encuentra en las orillas del Lago Chad. Algunas fuentes afirman que llegaron al lago hace siglos, invadiendo parte de la región de Borno, si bien fueron derrotados hacia finales del siglo XVIII por Chekhou Mohammed Al-Amin al-Kanem. Aun así, mantienen su presencia en la región, si bien no tienen permitido entrar en el lago con su ganado, como sí tienen derecho los buduma, kanembou y kanuri.
Los subgrupos que forman el pueblo de los fulani o peul son numerosos, y su nombre cambia tanto como ellos de lugar: fallata, fulbé, peul, yayai, wodaabe, bororo, mbororo… a lo que hay que añadir el nombre del clan al que pertenecen.
Se puede considerar a los Peul o Fulani como el pueblo nómada más grande e irreductible del siglo XXI, manteniendo su forma de vida como hace siglos. Y como tal, como nómadas, de alguna forma son despreciados por los otros pueblos. La historia se repite en todo el mundo. Los nómadas son fuente de desconfianza. Quizá sea la envidia por su libertad.

Nunca olvidaré el encuentro con una familia de fulani yayai cerca del Lago Chad. Era una unidad familiar pequeña. Sólo estaban las mujeres y los niños. Los hombres se habían ido a pastorear sus vacas.
Les reconocimos por su “casa”. Una especie de mesa o plataforma hecha con ramas de árboles sobre la que colocan todas sus pertenencias. Destacan las ollas y los platos, que de hecho son la riqueza de las mujeres y como tal la exhiben.

Los fulani yayai duermen al aire libre, fabricando un techo con ramas y telas para montar un refugio. En el lugar donde los encontramos había más “casas”, todas semiocultas tras los grandes matorrales del terreno.
Como he dicho, también tienen vacas, aunque estas son distintas a las de los otros pueblos nómadas del Lago Chad, ya que son de color rojo oscuro. Además, tienen alguna cabra y algún burro. Complementan su magra economía con la fabricación de una mantequilla hecha con la leche de sus vacas. Sirve tanto de alimento como de cosmético y es muy apreciada incluso entre los tubu.

Tratamos de entablar conversación con ellas, pero resultaba difícil. Su mirada es una mezcla de timidez, orgullo, decisión, ironía y curiosidad hacia nosotros. Llevan dos trenzas que les enmarcan la cara porque es una protección mágica. También lucen grandes pendientes, collares y ropas que un día fueron de brillantes colores, aunque hoy aparecen deslucidas por el polvo del camino y el harmatán. Ese día el viento cargado de polvo soplaba con fuerza.

Les preguntamos por los complejos tatuajes que lucen en el rostro y nos resultan fascinantes. Se muestran reticentes a explicarnos por qué los llevan. En principio es una cuestión estética, siendo un pueblo que da mucha importancia a su apariencia, pero ellas se limitan a decirnos que el gobierno los prohíbe. Los niños pequeños, no obstante, también los llevan.
Al cabo de un rato viene una anciana a nuestro encuentro y se sienta a observar. Me sonríe y yo me siento honrada por conocer a estos pueblos nómadas del Lago Chad.

Las creencias de los pueblos nómadas del Lago Chad
No queremos terminar este artículo sin hacer un apunte sobre las creencias que es posible sean compartidas entre los distintos pueblos y nómadas del Lago Chad. Es difícil conseguir información sobre ellas, pero poco a poco vamos reuniendo datos.
Por ejemplo, en el Lago Chad hay genios y criaturas fantásticas que habitan sus aguas y se presentan ante las personas en distintas formas: serpientes gigantes, elementos de la naturaleza como árboles y hojas, seres mitad hombre mitad pez…
Para estar a bien con ellos, hay que hacer ofrendas en los lugares designados, guardarse de caminar solo por la noche o por determinados lugares, y pescar en silencio. A los espíritus no les gusta el ruido.
Ngamaram es uno de los dioses del Lago Chad. Es mitad hombre y mitad pez. Macho y hembra a la vez. Ngamaram protege a los que le adoran y le hacen ofrendas, mientras que se aprovecha de los que no le respetan.
En la actualidad muchos niegan dichas creencias. El Islam lleva varios siglos asentado en esta zona y es posible que sea el responsable de dicha negación.
Hasta aquí estos apuntes sobre los pueblos y nómadas del Lago Chad que esperamos te resulten interesantes. Por nuestra parte, estamos tan comprometidos con conocerles que hemos diseñado un viaje exclusivo dedicado a los nómadas de este país, y por supuesto incluimos el Lago Chad. Lo puedes consultar aquí.